GÉNERO: Arcade de conducción
DESARROLLADORA: Titus Interactive
DISTRIBUIDORA: Titus Interactive
VERSIONES: Amstrad CPC, Amiga, Amiga CD32, Atari ST, Commodore 64, Game Boy, PC, Super NES
FECHA DE LANZAMIENTO: 1992
VERSIÓN ANALIZADA: Amiga, PC
A LA TERCERA FUE LA VENCIDA
Hoy en día hablar de buenos juegos de coches sin unas físicas realistas o unos gráficos 3D de infarto, es cuanto menos, una utopía. Títulos como rFactor, Gran Turismo o Forza, son sinónimo de lo que todo buen juego de coches debe ofrecer, o al menos tratar de imitar, incluso los arcades actuales no escapan de esos mínimos de credibilidad. Pero no ha sido siempre así, más bien todo lo contrario. El hardware de los microordenadores y consolas de los ochenta, apenas si permitían desarrollar arcades de conducción, lógicamente más limitados que los sesudos simuladores actuales, pero no por ello menos adictivos. El modelo a seguir fue, sin duda, Out Run, uno de los juegos de coches más carismáticos y reconocidos de todos los tiempos. Si bien su paso de las recreativas a formato doméstico, a excepción de la versión para Megadrive, no consiguió captar el espíritu del original, hubo más vida allá de este clásico, y siguiendo el patrón técnico marcado por el juego de Sega, muchas compañías se atrevieron a sacar todo el jugo al hardware de la época. Sobra decir que lo consiguieron con creces.
Se produjeron una gran cantidad de lanzamientos para todas las plataformas, algunos con más acierto que otros, pero por encima de todos ellos hubo dos nombres que se erigieron como los claros dominadores del género en los 16 bits: Lotus Sprit Turbo Challenge y Jaguar XJ220. También existieron otros contendientes que, sin llegar a ese nivel de excelencia, se hicieron un huequecito entre los amantes de la velocidad. Crazy Cars fue una de esas sagas automovilísticas que se enfrentó a los grandes, y no fue hasta su tercera entrega, lanzada originalmente como Crazy Cars III, y posteriormente como Lamborghini: American Challenge tras añadirle mejoras como el modo para dos jugadores, cuando realmente consiguió dar la talla.
La premisa de Crazy Cars 3 es muy simple: participar en carreras ilegales por Estados Unidos a los mandos de un Lamborghini Diablo, e ir escalando puestos en las distintas ligas hasta convertirte en el número uno. Para alzarte victorioso cuentas con una cantidad de dinero para inscribirte en los torneos, reparar los desperfectos de tu bólido, y comprar mejoras. Pero no todo consiste en llegar el primero y cobrar el botín, también has de estar muy atento a los otros contrincantes, los cuales podrán apostar importantes sumas de dinero para ver quien queda por delante. Hay más factores a tener en cuenta, como las condiciones climáticas, las persecuciones de la policía si te caza un radar, o la cantidad ingente de conductores normales que te harán más difícil competir contra tus rivales. Una vez que hayas amasado suficiente dinero, puedes comprar un pase para la carrera final de cada liga que te dará acceso a una división superior. En total hay cuatro divisiones y una cantidad de circuitos muy respetable, con lo cual tienes diversión para rato.
Una vez al volante de tu Diablo, todo resulta irremediablemente familiar: la trasera de tu bólido en primer plano, escenarios 2D que tratan de imitar cierta tridimensionalidad, y un montón de coches que parecen incordiarte, como aquél que dice, aposta. La sensación de velocidad está plenamente conseguida, y cada carrera, de apenas unos 2-3 minutos, se desarrolla de manera fulgurante, intentando esquivar al resto de conductores mientras te subes por las paredes para ganar posiciones. Y si bien las primeras carreras parecen sencillas, la cosa se complica en cuanto asciendes de división, y ves cómo los rivales corren tanto o más que tu todopoderoso Diablo. Además, el juego posee un sistema de guardado cada cuatro carreras que parece razonable, pero lo cierto es que una carrera desafortunada puede echar al traste todo el capital recaudado, obligándote a repetir las carreras anteriores.
Crazy Cars 3 fue lanzado en una amplia variedad de plataformas, desde ordenadores de 8 bits hasta consolas de 16, siendo las más representativas las de PC y Amiga. Estéticamente fue un juego “apañado”. La conseguida sensación de velocidad se une a unos fondos sencillos pero atractivos, capaces de mostrar una amplia gama de colores muy típica de la época. Destacar que la versión PC hizo uso de su mejor paleta, siendo capaz de ofrecer unas transiciones de color tanto o más espectaculares que en Amiga. La recreación de vehículos, por su parte, cumplía sin demasiados alardes, no porque estuviesen mal gráficamente hablando, sino por la escasa variedad de los mismos: únicamente había tres, nuestro Lambo, una imitación de Ferrari para los contrincantes, y el mismo coche para el tráfico normal. Sonoramente era bastante normalito, y hasta cierto punto desaprovechado. Las melodías se limitaban a acompañar la navegación entre menús, mientras que los efectos sonoros estaban muy por debajo de lo que un Amiga, e incluso un PC equipado con una Adlib, podían ofrecer. Es, sin ninguna duda, el aspecto más criticable de este juego.
Pero tecnicismos aparte, lo realmente atractivo de este título era su capacidad de entretener, de mantenerte enganchado disputando una carrera tras otra, en definitiva, de disfrutar de un buen arcade de coches. Faltaba poco para que el género comenzase a verse inundado de simuladores a base de gráficos poligonales, como Test Drive III, Indianapolis 500, o como no, Formual One Grand Prix, los cuales cimentaron el género como lo conocemos actualmente. Se puede decir que Crazy Cars 3 uno de los últimos arcades de conducción puros, de esos cuya jugabilidad enamoraba desde la primera carrera, y que para nuestra desgracia, hoy en día hemos dejado de disfrutar.
LO MEJOR
La sensación de velocidad estaba muy conseguida.
Escenarios coloridos y pistas muy variadas.
LO PEOR
El apartado sonoro es bastante simplón.
Algunos coches parecen querer chocar con nosotros adrede.
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