GÉNERO: Sandbox
DESARROLLADORA: Rockstar North/San Diego
DISTRIBUIDORA: Rockstar Games
VERSIONES: PS3, xbox 360
FECHA DE LANZAMIENTO: 18.05.2010
VERSIÓN ANALIZADA: Xbox 360
EL JUEGO DEL OESTE CASI DEFINITIVO
Para muchos Red Dead Redemption supuso no solo el mejor juego basado en el Oeste, -cosa no especialmente difícil de conseguir- sino también el mejor sandbox jamás lanzado en cualquier plataforma, y esto ya son palabras mayores. Lo curioso es que a nivel de mecánicas RDR no hace nada por reinventar el género al que pertenece, de hecho se trata de un GTA puro y duro ambientado en un periodo histórico poco tratado en los videojuegos, siendo este su principal reclamo. La acción nos traslada al año 1911, una época en la que el antaño esplendoroso Oeste da sus últimos coletazos en favor del progreso traído por el ferrocarril. John Marston, antiguo miembro de una temida banda criminal, es enviado a atrapar a dos peligrosos integrantes de dicha banda con la promesa de reunirse con su familia tras entregarlos a la justicia. John deberá recorrer ambos lados de la frontera que une Estados Unidos y México hasta cumplir su objetivo, en un camino repleto de las aventuras que tantas veces hemos visto reflejadas en la gran pantalla.
La historia, que al principio tiene visos de ser importante, se revela casi intrascendente a medida que avanza la aventura, y solo al final de la misma parece coger fuerza suficiente como para mantenerte interesado. No es que los hechos sean aburridos, el problema está en la forma en que se cuentan, ya que recurre a la técnica que hemos visto mil y una veces en el género. Hablas con un personaje que te deriva a otro, y éste te pide una serie de favores que has de cumplir, entonces te da el paradero del siguiente personaje importante y vuelta a empezar. Sin duda, la narrativa sigue siendo uno de los puntos flojos habituales en el género, y RDR no escapa a esa maldición.
Tampoco hay una excelencia en las mecánicas jugables, muchas de las cuales podrían tacharse de poco trabajadas. El control de Mr. Marston es preciso en exteriores, cuando va a caballo por las llanuras del Oeste y hay mucho espacio a su alrededor, pero pierde agilidad en los interiores. Los cambios de dirección se hacen lentos, y te pasas más tiempo chocando contra las paredes y el mobiliario que otra cosa. Por los mismos derroteros anda el sistema de combate que, en mi opinión, está muy lejos de ser perfecto. A Marston le cuesta moverse entre coberturas y en muchas ocasiones es más efectivo, y cómodo, ir a pecho descubierto haciendo uso del Dead Eye, una especie de tiempo bala que hace más sencillos los ya de por sí fáciles enfrentamientos. RDR está muy lejos de tener un control depurado, pero sin embargo posee otras facetas que muchos apreciarán más que un apartado jugable exquisito. Lo que realmente me parece atractivo de RDR es «el día a día», lo que se supone que debió ser la vida de un tipo duro en el lejano Oeste.
Puedes pasar horas y horas junto a Mr. Marston jugando al poker, a los dados, al juego de la herradura, domando caballos e incluso a echando pulsos. Si optas por algo más serio, más a tono con la situación, toca desenfundar el arma para capturar criminales, liberar asentamientos ocupados por rebeldes, evitar que una diligencia sea asaltada, o por qué no, cazar todo tipo de animales o buscar tesoros. Estas son solo unas pocas actividades que te reportarán, aparte de la satisfacción personal, dinero, fama y honor, tres aspectos muy a tener en cuenta durante el juego. Como ves la cantidad de cosas por realizar es enorme, y lo mejor es que están integradas de manera que el mapa no aparece saturado de iconos. Muchas de estas actividades aparecen de la nada, en mitad de un paseo a lomos de nuestro caballo, como aquel que dice sin buscarlas.
Hay cierta sensación de imprevisiblidad, de que la vida de los personajes sigue su curso, y de que tú eres uno más entre otos tantos. Un trayecto cualquiera puede dar con un hombre que ha aparcado su montura para vaciar la vejiga, o bien meterte en una refriega de tiros entre las fuerzas de la ley y una temida banda de sanguinarios. Y así las horas pasan como si nada. La misión principal empieza a quedar relegada en pos de esa sensación de libertad, de sentirte dentro de un mundo casi vivo y repleto de cosas y gentes por descubrir. Es curioso esto de las sensaciones, porque realmente la interacción con el entorno y los personajes es limitada, y tampoco hay un reto especialmente complejo que te pique el gusanillo más allá de profundizar en el entorno. Aún así, lo que más apetece es perderse por el mapa, explorar cada rincón, cada sendero, cada estructura que llama la atención a lo lejos, y dejarse cautivar por un entorno audiovisual magistral, no tanto en lo puramente técnico, sino por un exquisito diseño plagado de detalles que evoca a lo que hemos visto tantas veces en las películas del Oeste.
El entorno donde se desarrolla el juego tiene la gran virtud de contar con el tamaño perfecto. En él se dan cabida para todo tipo de escenarios y condiciones climatológicas, desde las llanuras más castigadas por los efectos del Sol, hasta montañas cubiertas por la nieve. Además, la profundidad de dibujo es sorprendente, basta subirte a un risco para poder ver kilómetros y kilómetros de escenario con un nivel de detalle bastante notable. Pocas veces en mi vida de jugador he disfrutado tanto recorriendo un mapa, viendo a los animalejos correteando de aquí para allá, o esperando a que amanezca en lo alto de una colina mientras observas a lo lejos el humo del ferrocarril haciendo su recorrido habitual. La contrapartida a este excelente nivel de diseño está en el rendimiento, y aunque el juego es perfectamente jugable, las bajadas en la tasa de frames son habituales.
Red Dead Redemption es, en definitiva, un juego de sensaciones. Si tienes la suerte de «conectar» con el mundo que te propone, vivirás algunas de las mejoreas experiencias que puede proporcionarte un videojuego. Si por el contrario no consigues enganchar con dicha propuesta, verás la otra cara de la moneda, la de un sandbox bastante típico, jugablemente discreto, carente de dificultad y cuya narrativa es más que discutible. Yo, afortunadamente, pertenezco al primer caso.
LO MEJOR
La recreación de los escenarios es fantástica.
La sensación de libertad conseguida.
LO PEOR
Jugablemente no está muy depurado.
La historia da muchos rodeos innecesarios.
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