GÉNERO: Plataformas / Puzles
DESARROLLADORA: Might & Delight
DISTRIBUIDORA: D3 Publisher
VERSIONES: MAC, PC, PS3, xbox 360
FECHA DE LANZAMIENTO: 31.10.2012
VERSIÓN ANALIZADA: PC
DIFÍCIL REGRESO A CASA
Bajo la apariencia de un simpático juego de plataformas de aspecto gráfico colorista, y hasta cierto punto infantil, PID se revela como un desafío constante, uno de esos productos a los que amas y al mismo tiempo odias por su endiablada dificultad. Hoy en día resulta chocante ver ambos conceptos unidos, sin embargo esta era la tónica habitual en la época de los 16 bits, una práctica que desgraciadamente se ha ido perdiendo con los años. PID se reegancha a esa corriente de títulos cuyas historias no van más allá de unas pocas líneas de diálogo, pero que en el aspecto jugable ofrece una profundidad tremenda.
El argumento cuenta las desventuras de Kurt, un chaval cualquiera que de camino al colegio, despierta en un planeta en el que todo el mundo parece estar atrapado sin forma de salir de allí. Regresar a casa no va a resultar sencillo, en el camino le aguardan un montón de personajes, algunos nativos, otros atrapados como el propio Kurt, y cómo no, la legión de enemigos que se han hecho con el control del sistema. Como veis, una excusa tan válida como cualquier otra para sumergirte en un mundo de fantasía plagado de curiosos personajes, plataformas y puzles de todo tipo.
Para regresar a casa Kurt dispone de poco más que sus piernas, su ingenio, y sobre todo, de un objeto capaz crear pequeños campos antigravitatorios. Una plataforma inalcanzable por aquí, un pequeño rayo antigravitatorio por allá, y allí te moverás flotando en un halo de ingravidez. Este concepto, sencillo en apariencia, es el auténtico motor sobre el que gira toda la jugabilidad de PID, y lo hace además de un manera brillante. Puedes crear campos de gravedad en cualquier dirección, con la única restricción de dos al mismo tiempo y en las superficies apropiadas, por lo que has de jugar con estas variables pensando muy bien cual es el objetivo a superar en cada pantalla. Su uso no solo se limita a alcanzar zonas complicadas, sino que va mucho más allá, desde alcanzar un punto del escenario, activar mecanismos que abren puertas, provocar la muerte de un enemigo que nos corta el camino, o por qué no, hasta eliminar a todo un jefe final. Aparte, avanzada la aventura obtendrás una serie de objetos que te permiten modificar algunas de las propiedades del rayo, pudiendo potenciarlo, o mismamente lanzarlo a largas distancias con un tirachinas. En la parte «plataformera» también has de conseguir las estrellas que hay diseminadas por el escenario, las cuales puedes intercambiar por objetos como bombas, rayos o trajes protectores que facilitan el camino hacia la victoria final.
El desarrollo de los niveles es muy variado. Hay escenarios puramente lineales donde el objetivo consiste en avanzar de izquierda a derecha, mientras que otros se apuntan al estilo Metroidvania, con sus diferentes alturas y cierta libertad para moverte entre áreas, en pos de buscar algún objeto. Y no podemos olvidarnos de los jefes finales, en los que toca agudizar el ingenio para encontrar su punto débil haciendo uso de las propiedades del rayo. Choca la inclusión de algunos momentos puramente arcade en los que un enemigo te persigue, obligándote a rozar la perfección en cada uno de tus movimientos si quieres seguir con vida. Son niveles que no pegan mucho con el tono global del juego, y que en mi opinión son ridículamente complejos.
Cada paseo por el particular mundo de PID se convierte en una sorpresa, un desafío constante, un reto que tes obligará no solo a ser hábil con el pad, sino también con la mente. Nos encontramos ante un juego cuya dificultad puede atragantar a no pocos usuarios, sobre todo si estás acostumbrado a los juegos actuales cuyo nivel de dificultad medio suele resultar un paseo. En este caso no es así, de hecho en la dificultad normal Kurt va a morir muchas, pero que muchas veces, ya sea por un fallo o porque el juego es cruel en algunas situaciones. Te esperan muchos momentos de frustración, de esos en los que los peligros acechan por todos los lados, y en los que has de pensar en el siguiente movimiento en fracciones de segundo. Para que os hagáis una idea, tras haberlo completado en unas 13 horas, he muerto más de 700 veces.
Sin embargo más allá de cabrearte, que lo hará muchas veces, PID también tiene la virtud de picarte. Hay muchas zonas complicadas, es cierto, pero con un poco de paciencia y planificación por tu parte, son superables. Quizá tengas que morir unas cuantas veces mientras perfeccionas tus movimientos, pero una vez has superado el puzle te das cuenta de su lógica, de lo puñetero que es, y de lo bien pensado que está. Y es entonces cuando sientes esa sensación de satisfacción contigo mismo que solo los buenos juegos son capaces de ofrecer. Si aun te quedan ganas de marcha, puedes entretenerte buscando estancias secretas, entrar en la sala de desafíos, o probar el modo cooperativo en local que también tiene su miga.
PID es, en definitiva, un pequeño, pero gran juego. Pequeño por su presupuesto, por su honesta puesta en escena alejada de los juegos triple A; y grande por el encanto de sus mecánicas, por la genialidad de muchos de sus rompecabezas, y sobre todo, por la gran cantidad de diversión que es capaz de proporcionarte teniendo en cuenta, eso sí, que exigirá lo máximo de ti.
LO MEJOR
El desarrollo de los puzles es muy ingenioso.
Un apartado audiovisual con mucho encanto.
LO PEOR
El nivel de dificultad no es apto para todos.
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