GÉNERO: Acción/Rol
DESARROLLADORA: Techland
DISTRIBUIDORA: Deep Silver
VERSIONES: PC, PS3, Xbox 360
FECHA DE LANZAMIENTO: 06.09.2011
VERSIÓN ANALIZADA: PC
ZOMBIES DE SERIE B
Dead Island es el típico caso de juego prometedor, ambicioso y repleto de buenas ideas, cuyo resultado final dista bastante de lo que muchos usuarios esperaban. Y aún así, con todo sus fallos, que los tiene, y alguno de ellos de gravedad, resulta un título que me ha enganchado notablemente. Porque no nos engañemos, aquel famoso vídeo que tan bien supieron vender los chicos de Techland, una estupenda CGI que atacaba directamente a nuestra vena emotiva, nada tiene que ver con el concepto final, un sandbox con toques de rol en primera persona ambientado en una isla tropical plagada de zombies, en la que tendremos que sobrevivir a base de mucha acción y exploración. La historia nos traslada a la isla ficticia de Banoi en Papúa Nueva Guinea, donde se encuentra el típico resort veraniego de turistas que de la noche a la mañana se han convertido en zombies sedientos de carne humana. Y en mitad de este caos se encuentran 4 personajes que están allí por diferentes circunstancias, y a los que les tocar averiguar el resto de la historia lo largo de un montón de misiones divididas en 4 actos principales.
En vista de que el argumento no parece el punto fuerte del juego, el hecho de que Dead Island sea un sandbox es hasta cierto punto entendible. Ante nosotros se presenta una isla enorme no solo repleta de zombies, sino también de supervivientes, seres vivos que requieren de toda la ayuda que podamos prestarles, y ello nos lleva a la distinción entre misiones principales, secundarias y eventuales. Sin embargo todas ellas guardan un punto en común, y no es otro que el de hacer de niño de los recados, un término ya habitual en cualquier sandbox. Que si tráeme un osito para que pueda conciliar el sueño, que si consígueme una botella de licor para «mamarme»… Estas son algunas de las «perlas» que nos suelen pedir algunos personajes, lo que da una idea bastante clara de la profundidad de las misiones secundarias, aunque afortunadamente no todas son así de ridículas. No obstante aunque los objetivos sean bastante peregrinos, la diversión está no tanto en el fin, sino en qué nos encontraremos por el camino. Esta afirmación vale también para las misiones principales, las cuales pueden tener objetivos más nobles pero cuyo desarrollo es prácticamente igual que el de las secundarias o eventuales, es decir, ir del punto A al B acabando con todo lo que se interponga en tu camino, y de paso llenar tu inventario de utensilios y armas. Este no es un tema baladí, ya que uno de los mayores aciertos de Dead Island es el sistema de armas y su evolución.
Estando en una isla turística donde no abundan los AK-47 ni los misiles teledirigidos, cualquier objeto cotidiano como un cuchillo o mismamente un remo, se convertirá en nuestro inseparable compañero de viaje. Hay un montón de cosas que podemos utilizar para defendernos, desde los ya mencionados anteriormente, hasta porras, hachas, palos, percheros y un largo etcétera. Dichas armas tienen una serie de estadísticas que podemos potenciar, y es más, también podemos mejorarlas a base de pinchos, circuitos eléctricos y un montón de cachivaches a cada cual más sorprendente. Y digo esto porque el combate como tal tampoco es nada del otro mundo, resulta divertido pero al mismo tiempo algo impreciso. Es una gozada ir con tu machete modificado mutilando zombies, pero también es algo frustrante comprobar lo mal calibrado que está el apuntado del arma, un aspecto que se agrava cuando usamos armas de fuego y que por cierto resultan poco efectivas. Y lo más sangrante, si usas el ratón el juego va a «trompicones», algo inexplicable en los tiempos que corren, por lo que el uso del gamepad es casi una necesidad.
No obstante el tema armamentístico no es el único punto rolero del juego, ya que el personaje principal también gana puntos de experiencia que puede canjear por mejoras y nuevas habilidades. Dicha evolución queda algo deslucida por el «auto level» que se ha impuesto a los enemigos. Cada vez que subimos de nivel lo mismo ocurre con los zombies que nos encontramos por la isla, independientemente de la categoría a la que pertenezcan o la zona que habiten. Además, los zombies tienen la mala costumbre de «regenerarse» una y otra vez, así que al final terminaremos esquivando enemigos a lo Usain Bolt en zonas que ya hemos limpiado anteriormente. Pero sin duda el aspecto más contradictorio viene dado por el hecho de que nunca morimos… Sí, suena raro, pero así es. Si un zombie acaba con nuestra barra de energía, el juego nos «penaliza» con una módica cantidad de dinero, unos pocos segundos de espera, y hala, ya estamos vivitos y coleando a 5 pasos de donde nos mataron. Encima, a cada metro del escenario hay dinero, armas, botiquines y objetos de todo tipo, por lo que el tema de suministros tampoco supone ningún quebradero de cabeza.
A pesar de los problemas mencionados este título también tiene cosas buenas, como por ejemplo la integración multijugador. Dead Island está pensado para ser disfrutarlo de principio a fin en modo cooperativo de hasta 4 jugadores, pero tiene la virtud de funcionar igual de bien jugando solo. Basta con que así lo elijamos en el menú principal, y podremos estar abiertos o aislados del mundo, opción que puedes cambiar en cualquier momento de la partida. A nivel jugable hay que destacar la envergadura de los escenarios y la multitud de rincones que hay por explorar, ya sea «a pata» o bien mediante los pocos vehículos que hay «sanos» en el escenario. Si eres de esos que te gusta mirar hasta debajo de las piedras, en Dead Island vas a tener horas y horas de exploración que te servirán para encontrar mejoras, armas y secretos que ayudarán a esclarecer aspectos de la trama principal. Y además de lo citado, qué leches, desmembrar zombies y dejar el escenario como si fuera una casquería, me ha molado bastante.
Siguiendo con lo positivo, el juego hace uso del motor gráfico Chrome Engine 5 que es capaz de manejar entornos gigantescos con un muy buen nivel de detalle. Sin llegar a la excelencia de un Crysis, que está varios peldaños por encima, Dead Island muestra unos escenarios bastante notables, cargados de detalles, construcciones a las que podemos acceder a su interior, condiciones climáticas cambiantes, y elementos que se mueven al son del viento como la vegetación o el polvo de las calles. No hay modelados maravillosos, ni tesselado, ni texturas en alta resolución, pero en líneas generales podemos decir que el motor se defiende muy bien. Donde no va tan sobrado es en la recreación de los personajes «vivos», los cuales resultan algo robóticos en las animaciones y carentes de expresividad en los rostros, aspectos que curiosamente sí casan para la horda de zombies. Del apartado sonoro me quedo con la contundencia de los efectos sonoros, ya que la banda sonora resulta un tanto escueta y se limita a ambientar en pequeños tramos de la aventura. Además, el juego no está doblado al castellano, aunque los diálogos sí están subtitulados.
Viéndolo en su conjunto Dead Island no parece gran cosa. Misiones repetitivas y sin sustancia, dificultad mínima, un argumento bastante simplón… Y sin embargo ha conseguido engancharme durante más de 20 horas. Este juego apuesta por la simpleza, quizá demasiada simpleza en algunos aspectos, pero creo que en general termina funcionando, a su manera, eso sí, pero suficiente para pasar un buen rato frente a tu monitor. Dead Island no es un juego apto para todos los públicos, muchos acabaréis hasta los mismísimos en cuanto llevéis poca más de 5 horas haciendo lo mismo, pero si tienes la «suerte» -como yo- de gozar descuartizando zombies y explorando cada rincón de la isla, puede que os llevéis una pequeña, pero agradable sorpresa. Es, en definitiva, un juego mediocre al que se le puede terminar cogiendo el «gustillo».
LO MEJOR
Los escenarios son enormes y están bien recreados.
El armamento y sus mejoras.
LO PEOR
Misiones repetitivas y sin mucha chicha argumental.
Los zombies se regeneran infinitamente.
No morimos nunca. La dificultad como tal es inexistente.
La integración del ratón es nefasta.
Pingback: ANÁLISIS – Dead Island: Ryder White | La Abadía del Juego