GÉNERO: Acción
DESARROLLADORA: 2K Games
DISTRIBUIDORA: 2K Games
VERSIONES: PC, PS3, Xbox 360
FECHA DE LANZAMIENTO: 09.02.2012
VERSIÓN ANALIZADA: PC
RAPTURE PIERDE PARTE DE SU ENCANTO
Bioshock es sin duda uno de los juegos más valorados de esta generación. Nacido como sucesor espiritual de los clásicos System Shock 1 y 2 -de los cuales coge más bien poco-, acaparó de inmediato la admiración de la comunidad de jugadores por su excelente ambientación, su intrigante trasfondo argumental y las novedades introducidas a nivel jugable. Fue uno de los títulos más fuertes de 2007, y sin embargo he de reconocer que no terminé de cogerle “el punto”. El comienzo de la aventura me pareció magnífico, la ambientación tenía gran personalidad y carisma, y la inclusión de los plásmidos le daba un punto de originalidad al conjunto. Aun con todo lo bueno que tenía se me terminó haciendo pesado, tuve la sensación de que a medida que avanzaba por el mundo de Rapture los niveles iban perdiendo esa frescura que emanaban al principio. Pero más allá de mi opinión, el juego resultó un éxito rotundo que propició el lanzamiento de esta segunda entrega.
Toca meternos en el armazón de Delta, un Big Daddy que tras una década aparentemente muerto, revive en una vitacámara con un único pensamiento: encontrar a Eleanor Lamb, la Little Sister a la que está vinculado y debe proteger. Este escueto comienzo es solo la punta del iceberg de un complejo entramado de nombres e intereses que irás descubriendo a lo largo de la aventura mediante comunicaciones por radio, cintas con grabaciones, e incluso pintadas en las paredes de la ciudad de Rapture, el megaproyecto de ciudad submarina cuya población ha sido prácticamente aniquilada por el abuso de la sustancia conocida como Adam. A pesar de la atractiva propuesta inicial, Bioshock 2 cuenta con un fuerte hándicap, y no es otro que perder toda la sorpresa, toda la magia que supuso visitar Rapture por primera vez. Quizá sea algo inherente a cualquier continuación, pero dada la fuerte personalidad que tenía Bioshock 1, aquí se deja notar más.
Bioshock 2 sigue la estela jugable de su primera entrega, es decir, es un arcade en primera persona en el que la exploración del escenario es vital, y al que se le han añadido nuevas características que intentan ofrecer una experiencia de juego más completa. Ahora se pueden usar armas y plásmidos al mismo tiempo, un aspecto muy necesario dada la fiereza de los nuevos enemigos. Los splicers han evolucionado a lo largo de los últimos años de consumo de Adam, son más agresivos, menos humanos, pero no son los únicos enemigos que vas a encontrar. Hay otros Big Daddys que protegen a sus Little Sisters, Big Daddys evolucionados e incluso Big Sisters, cuya agilidad y fuerza pondrá a prueba las mejores armas y plásmidos. Aparte contamos con los tónicos que te permiten obtener mejoras genéticas de todo tipo, así como evolucionar las armas para dotarlas de mayor capacidad o potencia de fuego. También puedes conocer los puntos débiles de los enemigos mediante su investigación, previo enfoque con una cámara y posterior aniquilación.
Los diferentes niveles del juego obedecen a una estructura muy similar: una pequeña conversación con el personaje de turno, un objetivo que cumplir y un escenario que explorar con cierta libertad. Este último punto cobra más relevancia que en otros juegos del género, ya que de su exploración obtienes más información de lo ocurrido en Rapture, así como más munición y suministros para mejorar armas y comprar plásmidos. Aparte de los enfrentamientos con los típicos jefes finales, cada escenario guarda una serie de Little Sisters que podemos adoptar para obtener más Adam o cosecharlas directamente, previa eliminación del Big Daddy que la protege. Y es que la lucha por suministros y mejoras es una de las constantes en Bioshock 2, no nos vale con ir del punto A al B sin más, si no evolucionas lo suficiente serás carne de cañón en cada enfrentamiento.
Y aquí es donde he encontrado una de las grandes contradicciones de Bioshock 2. Guardo el recuerdo de que los Big Daddys del primer juego eran “la caña”, los enfrentamientos contra ellos nos hacían sudar la gota gorda, sin embargo ser uno de ellos en esta entrega no transmite esa sensación de poderío, es más nos sentimos débiles y lentos, lo que supone un lastre a la rapidez con la que se mueven los Splicers, que a veces acuden en manada. Sí, contamos con la ayuda del armamento y los plásmidos, pero en mitad de los combates es un auténtico embrollo seleccionar el plásmido adecuado. Si a eso le sumamos el engorroso proceso de investigación de enemigos, llegamos a la conclusión de que nos sacuden por todos los lados. En mi opinión no hay equilibrio entre la velocidad del Big Daddy -que no puede correr- y los enemigos, y esto termina por hacer frustrantes algunos combates que superaremos a base de repetición pura y dura gracias a la resurrección del protagonista en las vitacámaras. Otro punto a mejorar es la curva de dificultad, muy empinada en los primeros compases, y realmente sencilla cuando nos acercamos al final. Aun con todo, la acción resulta entretenida siempre teniendo en cuenta que hemos de ser muy previsores sobre lo que nos puede acechar tras cada esquina.
Si a nivel jugable hay poca variación respecto a Bioshock 1, lo mismo se puede decir de la vertiente técnica. A pesar de ser un juego relativamente reciente -2 años y medio- se siente mucho más antiguo, y la explicación está clara: Bioshock 2 usa el conocido Unreal Engine pero en su versión 2.5, la misma que Bioshock 1, y a pesar de las mejoras que se hayan podido introducir en el motor, el aspecto final de la continuación no es significativamente mejor. La carga poligonal es bastante modesta, las texturas tres cuartas de lo mismo, y salvo el diseño artístico de los escenarios -muy logrados por lo general- y algún que otro efecto del agua destacable, nos encontramos con una realización técnica bastante floja. No es ni mucho menos un juego feo, pero para que os hagáis una idea de lo poco aprovechado que está, una gráfica de gama media-baja como una GeForce GTX 460 trabaja a un 30-40% a 1080p con todos los detalles al máximo.
El aspecto sonoro es en líneas generales bastante bueno. Las melodías empastan perfectamente con la ambientación y el doblaje al castellano es de primer nivel, pero algunos efectos sonoros carecen de la contundencia necesaria. He probado el juego en un sistema 2.1 y con cascos, y en ambos me ha parecido que faltaba algo más de “punch” en este sentido.
La campaña principal para un jugador es bastante completa, tanto en duración como en calidad. A diferencia de lo que me ocurrió con Bioshock 1, el juego gana muchos enteros a medida que superamos niveles y descubrimos los entresijos de lo que se cuece en Rapture. He leído en muchos análisis que el argumento no está a la altura, y es una afirmación que me gustaría matizar. No estoy tan seguro de que la trama sea peor o que esté mal contada, lo que sí es cierto es que ya no resulta tan fresca y original como en Bioshock 1, pero dista mucho de considerarla como una mala historia, todo lo contrario. En total hay historia para unas 12 horas fácilmente, a lo que habría que añadir 6 finales diferentes y un apartado multijugador del que me hubiese gustado hablaros, pero es que a estas alturas ¡no he encontrado a nadie con quien jugar! En definitiva, Bioshock 2 se juega y se siente exactamente igual a Bioshock 1, y si no fuera porque su duración corresponde a la de un juego completo, bien podría pasar por una expansión. El resultado final es un buen juego que no cala tanto como lo hizo su predecesor, pero que bien merece vuestra atención.
LO MEJOR
A pesar de ser un juego lineal, hay cierta libertad de exploración.
Artísticamente raya a buen nivel.
LO PEOR
Ninguno de sus apartados mejora claramente a Bioshock 1.
Las pocas mejoras introducidas apenas se dejan notar.