ANÁLISIS: Dragon Age Origins

dragonageoriginscoverGÉNERO: Rol
DESARROLLADORA: Bioware
DISTRIBUIDORA: Electronic Arts
VERSIONES: PC, PS3, Xbox 360
FECHA DE LANZAMIENTO: 06.11.2009
VERSIÓN ANALIZADA: PC

ROL DE LA VIEJA ESCUELA

Dragon Age: Origins es un claro intento por parte de Bioware de adaptar el feeling de la saga Baldur’s Gate a los tiempos modernos. La historia de Origins nos traslada a un mundo de fantasía épica que hace gala de una profundidad litería realmente abrumadora. La historia cuenta que la enorme región de Ferelden es una tierra seriamente amenazada por llegada de una nueva Ruina, la invasión de los Engendros Tenebroso que emergen de las profundidades de la tierra, y cuyo único objetivo es plantar su semilla de desolación allá por donde pasa. Los Guardias Grises, la única élite de luchadores capaces de derrotar a su líder, el Archidemonio, intentarán aplacar las primeras embestidas antes de que La Ruina se instale definitivamente en los dominios de Ferelden. Esta es sólo la punta del iceberg de una historia que se complementa con intrigas políticas, traiciones, exploración, y batallas a vida o muerte en cada rincón del reino.

La aventura propiamente dicha comienza con la creación de nuestro personaje de entre 6 opciones: Noble Humano, Elfo, Elfo Dalasiano, Mago, Enano y Enano Noble, y dependiendo de la especialización que escojas, puede dar lugar a 18 combinaciones diferentes. Además, cada uno de los 6 personajes cuenta con un prólogo distinto y totalmente jugable cuya duración puede extenderse más de una hora cada uno. En mi caso escogí un noble humano pícaro, pensando en las bondades a la hora de abrir cerraduras y robar a todo aquél que se pusiera en mi camino. A partir de aquí se muestra ante nosotros un mundo enorme repleto de secretos y desafíos, aderezado, cómo no, de innumerables diálogos marca de la casa Bioware. La cantidad de texto es realmente impresionante, y no sólo en las conversaciones con otros personajes, sino en forma de relatos y notas que iremos encontrando en la aventura. Si creías que Mass Effect ya era completo en este sentido prepárate, porque Dragon Age: Origins profundiza aún más en la mitología del mundo de Ferelden, sus tradiciones, sus religiones, sus héroes pasados, sus batallas. En definitiva, horas y horas de buena literatura para todo aquél que quiera inmiscuirse en este fantástico mundo. He de reconocer que al principio me “tragaba” todo, pero pasadas unas 50 horas de juego, empecé a leer por encima los apuntes del códice, ya que la cantidad de información era realmente abrumadora.

La jugabilidad es la clásica en el género. Controlamos al grupo de héroes desde una vista en tercera persona que podemos modificarse a nuestro antojo, o bien elevar la cámara hasta conseguir una vista isométrica al estilo de los clásicos en 2D, y que es especialmente útil en los combates. Desde esta perspectiva se tiene un control total de la situación en el campo de batalla, algo fundamental en un juego donde cada lucha exige del jugador el mejor de los estrategas. Y este es uno de los puntos fuertes que he encontrado en el juego, los combates, pues son realmente completos y desafiantes. Puedes pausar la acción y plantear la estrategia que creas adecuada: mueve tu arquero a una posición elevada, aleja al mago y utiliza los glifos de parálisis desde la distancia, envía al guerrero a que suelte mandobles sin parar, y mientras el pícaro pone una trampa para las hordas que vienen de lejos. Es una gozada. Cada personaje cuenta con una serie de casillas tácticas donde puedes escoger criterios automáticos, como por ejemplo atacar al enemigo visible más cercano, usar una poción de energía cuando estés a punto de morir, o utilizar un hechizo determinado ante un enemigo concreto. Las posibilidades son inmensas y has de sacar partido a todas ellas, ya que es de los pocos juegos en donde elegir una buena táctica puede marcar la diferencia entre caer derrotado a los pocos segundos, o conseguir una victoria aplastante.

Como buen juego de rol la historia principal se ve apoyada de cientos de misiones secundarias que servirán no sólo para ganar experiencia, sino para dar sentido al mundo de Ferelden. Algunas de ellas son testimoniales, mientras que otras pueden llevarnos horas y horas hasta su cumplimiento. No faltarán las visitas a mazmorras repletas de criaturas, o las grandes ciudades donde descansar, abastecernos y oír el rumor de las gentes en sus calles. Todo está pensado para que tu estancia sea lo más real posible, y a ello ayuda el gran trabajo realizado con los personajes secundarios con los cuales llegarás a empatizar. En ello tiene mucho que ver la toma de decisiones, abundantes a lo largo de la aventura, que puede hacer cambiar el curso no sólo de una misión secundaria, sino de la principal hasta límites pocas veces visto en un juego. Se puede decir abiertamente que nunca dos partidas de Dragon Age serán iguales. Basta con darse una vuelta por foros y páginas dedicadas al juego para darse cuenta, no sin cierta fascinación, que una vez acabado el juego te habrás quedado sin ver muchísimas cosas. Rejuagarlo tomando diferentes decisiones es casi más una obligación que una opción.

Técnicamente Origins es un juego de notable en el que destaca sobre todo la variedad de escenarios recreados, desde lúgubres mazmorras infestadas de Engendros Tenebrosos, pasando por majestuosas torres y ciudades, hasta bosques repletos de vegetación ideales para emboscadas. Los personajes también están a la altura, destacando la excelente recreación de las armaduras así como las estelas de sangre que cubren a nuestros héroes tras un cruento combate. Los rostros no llegan al límite de perfección de Mass Effect 2 por ejemplo, pero cumplen de sobra con su papel de sentirnos identificados con ellos. Del sonido podemos decir que está al mismo nivel que el gráfico, con algunas melodías realmente épicas y otras que pasan más desapercibidas. Sin embargo he notado que el volumen de la música siempre era demasiado bajo respecto a los efectos de sonido, y tenía que estar ajustando los niveles de potencia constantemente para poder disfrutar de ambos aspectos. Ni que decir tiene que los abundantes diálogos están doblados únicamente en inglés, aunque la calidad de los subtítulos en castellano no tiene tacha. En cuanto a rendimiento tampoco hay queja. Mi equipo, un modesto X4 620 con una ATI 4850 de hace dos años, ha sido capaz de mover el juego sin problemas a 1680×1050 con todos los detalles al máximo, filtro AAx4 incluido, con una suavidad casi total.

Todo este elenco de aspectos notables se une a una jugabilidad muy completa, convirtiendo a este juego en uno de los grandes del rol de los últimos años. Es una obra que destila cierto aroma “old school” que tanto añoramos muchos jugadores de PC. No te dan casi nada mascado, apenas hay automatismos típicos de los juegos actuales, y la dificultad te obliga a esforzarte en la elaboración de un buen grupo de personajes porque si no estarás perdido. No exagero si digo que en Dragon Age: Origins es el juego que más veces he muerto en los últimos 5 años y aún así nunca me he sentido frustrado. Y es que además de divertido es un juego largo, mi partida ha durado 70 horas sin contar el tiempo de las veces que he muerto, y dejándome unas cuantas misiones secundarias por terminar. No es descabellado pensar que usuario que quiera acabarlo al 100% pueda pasarse al menos 100 horas delante de su monitor. Y si te quedas con ganas de más, Bioware ha sacado, entre varios DLCs de cierta calidad, ¡¡una expansión!! Sí, no habéis leído mal, una auténtica expansión con más de 20 horas de juego que continúa el argumento justo donde acaba la trama principal.

Creo firmemente que Dragon Age: Origins es uno de los mejores juegos de los últimos años, independientemente del género al que pertenece. No es un título que destaque por sus deslumbrantes gráficos, o por lo novedosos de su jugabilidad, pero es lo bien que encajan todos sus apartados lo que le convierte en un imprescindible para aquellos que disfruten de las buenas historias. Es de esos pocos títulos que pese a su larga duración, no me ha llegado a cansar en ningún instante. Ahí tengo pendientes de jugar productos tan suculentos como Halo Reach o Mafia II, y sin embargo sólo pienso en seguir la historia de Origins con su expansión El Despertar, síntoma inequívoco de lo grande que me ha parecido esta obra.

LO MEJOR
La recreación y profundidad de Ferelden es impresionante.
A pesar de ser un juego largo, no cansa.
El componente táctico de los combates.

LO PEOR
Los criterios automáticos en los combates podrían funcionar mejor.
A veces la cámara superior se «pelea» con los escenarios.
Puedes sentirte abrumado por la ingente cantidad de textos.

9/10

5 comentarios el “ANÁLISIS: Dragon Age Origins

  1. Un magnífico análisis para una obra maestra. A día de hoy, sigue siendo mi favorito, indiscutiblemente. Es imbatible y, gracias a los mods, su duración es prácticamente ilimitada. No me canso de jugarlo, ni a sus DLCs ni expansiones, porque siempre termino encontrando algo nuevo. La primera vez que lo jugué me marcó en una etapa donde creía que ya no podían crearse juegos de tal calibre, me hizo recuperar la esperanza por los videojuegos. Me atrevo a decir que se trata del mejor juego de la actual generación.
    Únicamente The Witcher Enhanced Edition logró cautivarme de un modo similar.
    Quizás con TES V: Skyrim, vuelva a experimentar esa diversión a razón de una inversión de mi valioso tiempo que pocos juegos merecen.

    Una pena que la secuela (DA2) no merezca ese nombre, por sen terriblemente pésima en todos los apartados si la comparamos con Origins.

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  2. Pingback: ANÁLISIS – The Outer Worlds | La Abadía del Juego

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